
El horizonte venezolano no puede ser más sombrío, cualquier escenario posible es de por sí muy lamentable. Uno de ellos es que Chávez “profundice su revolución”, que en castellano no es otra cosa que aumentar la represión y dar, él mismo, un golpe de estado que le releve de la atadura a la constitución (no habría elecciones de asamblea). El hombre no está para ataduras sino para dictadura. La llegada del tristemente legendario Ramiro Valdés, siniestro comandante cubano que instauró el régimen de terror que en la isla se ha vivido por más de 50 años, no tiene otra lectura que la delegación en sus manos de la suerte de la permanencia de Chávez en el poder.
Es un hecho que entre los militares venezolanos comienza a darse – milagrosamente – algunos reatos de conciencia y admiten que al coronel “se le ha ido la mano” en el tema de las expropiaciones a los empresarios, las censuras a los medios y los carcelazos a los opositores. Por eso Chávez ya no confía en ellos y se trae a Valdés y a cuatro generales cubanos, a quienes va a asimilar (léase: poner a mandar) en las fuerzas armadas venezolanas. “El honor es nuestra divisa”, reza un aviso de muro en todas las instalaciones de la Guardia Nacional. Eso está por verse, faltaba más que vinieran extranjeros a apalear a los nacionales!
Ante semejante despropósito de poner al mando de la tropa venezolana a generales cubanos, no son pocos los oficiales y suboficiales venezolanos que se sienten, por decir lo menos, desubicados. Eso es tanto como si aun hogar llega súbitamente un nuevo papá a imponer sus órdenes: los hijos se resisten. Primero dijo que la idea era crear una fuerza conjunta de cubanos y venezolanos, con sede principal en Caracas, a la que posteriormente se sumarían hombres del resto de países del ALBA. El hombre, en su megalomanía, sueña con hacerle contrapeso a la OTAN, tal como cree haberlo hecho con al Sucre como rival del dólar. Cuando le dijeron que sí pero que el comandante general debía ser un venezolano, montó en cólera y destituyó a Carrizales y su mujer. Un régimen orientado por un loco como Chávez y sostenido internamente por un represor como Valdés, no es de por sí el mejor de los mundos para los venezolanos.
Otro escenario es que se produzca una rebelión general y decidan sacarlo por las malas. Terrible por la cantidad de sangre que correría y por el caos que finalmente reinaría por la falta de unidad de criterio y de liderazgo entre los señores que orientan(¿) la oposición. No hay seguridad de que el plan les resulte exitoso. A los venezolanos Chávez los capa de pie porque son buenísimos para protestar y marchar en contra, pero incapaces para unirse y marchar a favor de alguien, no hay un líder que les parezca un modelo inspirador. En eso nos parecemos.
Un tercer escenario es que ante la presión interna e internacional Chávez afloje y hagan un pacto de gobernabilidad que incumplirá indefectiblemente, como ya lo hizo cuando el fallido golpe de Carmona. Ya en estas mismas páginas – donde al parecer me publican con desgano – había advertido de la necesidad de repensar la economía regional ante la inminencia de convertirnos en vecinos de un país comunista.