
Mientras veía la intervención del candidato del partido verde aceptando su derrota luego de las elecciones de primera vuelta, recordaba un episodio gracioso vivido con un grupo de rectores de universidades colombianas con quienes habíamos asistido a un congreso de la Unesco en La Habana. Al cruzar una avenida importante por molestar les dije “agarrémonos de la mano que están robando pendejos”. Varios de ellos lo hicieron y al instante se soltaron en medio de la risa de todos.
Es increíble que el personaje no aterrice y en un momento de esos saque a relucir su pretendido ingenio esbozando un “Plan B”, en lugar de seguir repitiéndose en las mismas ridiculeces de los cánticos y coros. Personalmente me parece que menosprecia a su público al no darles planteamientos serios y profundos sino más de lo mismo. Es muy probable que fuera precisamente eso lo que en el último mes comenzó a desilusionar a sus seguidores.
Lo verdaderamente increíble es que en un país que produce tantos líderes de gran preparación un personaje de estos haya alcanzado – así fuera efímeramente – el primer lugar en los sondeos de opinión sobre preferencias electorales. Despertó un estado de fascinación a partir de expresiones de una gran simpleza (tu vida es sagrada: eso lo sabemos todos, ahí no hay nada nuevo; los dineros públicos son sagrados: igual). Lo sustancial habría sido exponer cómo se combatirá puntualmente la corrupción, como sí lo hizo, Vargas Lleras o Santos.
Cuando comienzan a decantarse los entusiasmos y las pasiones, la gente comienza a ver mejor, a apreciar en perspectiva, a Mockus. Le analizan y valoran sus propuestas gaseosas hechas en medio de cánticos y viene la consecuente desbandada, primero hacia Vargas y luego hacia Juan Manuel. Sería asombroso que en segunda vuelta supere lo obtenido en la primera.
Se me hace que sus seguidores, que amorosamente todo le traducen e interpretan, esta vez no lograron comprender que Antanas realmente no quería ser presidente: consciente de sus limitaciones, en un acto de honestidad hizo todo lo que estuvo a su alcance para perder, no pudo cometer más torpezas de las que hizo. Debe ser todo un martirio ser candidato a pesar de sí mismo. Será mejor que alguien le sugiera que aduciendo razones de salud se retire con sus tres millones de votos, que terminar el 20 de junio reducido a medio millón