
Cuatro años más de presidencia de Uribe, con Andrés Uriel Gallego como ministro de infraestructura y transporte, y el Norte de Santander en materia de vialidad vuelve a quedar tal como estaba a mediados del siglo pasado. Igual, tres años más de la señora Riascos en la alcaldía y Cúcuta terminará con su malla vial totalmente destrozada. En el caso del departamento, gracias a la displicencia con que nos trata el misionero Gallego, volvimos a gastarmos entre siete y ocho horas a Bucaramanga y algo más de dos a Pamplona. Los vehículos sufren serias averías en su suspensión y no son pocos los momentos de muy alto riesgo de choque por evitar los huecos en la carretera. Los fletes y seguros de Bogotá o Bucaramanga a Cúcuta subieron mucho por esa razón.
Los nortesantandereanos, fuera del tema de la seguridad – que indudablemente es muy importante - no tenemos mayor cosa que agradecer a este gobierno luego de seis años de ejercicio del poder. Por ello es que, además de nuestras consideraciones de carácter democrático acerca de la importancia de la alternancia en la presidencia, tenemos una razón muy poderosa para no querer que Uribe y su corte de ministros y altos funcionarios paisas continúen. El estado nos olvidó en materia vial.
Nos olvidó y cuando se acordó lo hizo fue para mamarnos gallo, como será lo de la doble calzada a Bucaramanga, la cual fue adjudicada una madrugada de sábado y que habrá de construirse en buena parte a doble altura, como los puentes de dos pisos que hay en los Estados Unidos, pues según expertos no hay forma de meterle doble calzada al descenso del Picacho, o a varios tramos de la vía a Pamplona. Esa fue una propuesta electorera para la primera reelección, no nos debe extrañar que ahora esté reviviendo el tema.
A nada podemos temerle más los cucuteños que a cuatro años más de Gallego, quien, a no dudarlo, sólo tiene una prodigiosa memoria para aprenderse de los mapas los nombres de los trayectos con sus respectivas distancias en kilómetros. Con eso descresta a Uribe y a uno que otro periodista, pero nada más; jamás los ha transitado. No tenemos pues la mejor impresión de este señor, nos parece un paisa embaucador, un culebrero sonsoneño que aupa la negociación de concesiones tan especiales como la que nos tocó “en suerte”.
Los regionalismos son buenos o malos según desde donde se les mire. Uribe u otro paisa en el poder es más de lo mismo: son exageradamente rosqueros, los únicos buenos son ellos, los únicos honestos son ellos, los únicos inteligentes y bien preparados son ellos, los únicos competitivos son ellos, los únicos bien presentaditos son ellos, los únicos de buenas familias son ellos. Ese esquema regionalista les ha funcionado muy bien …. a ellos: Antioquia y Medellín son los primeros en todos los indicadores de calidad de vida. Para el resto no hay plata. En últimas poco nos importaría que los grandes contratos de infraestructura vial y energética se los lleven las grandes firmas paisas, hombre, pero que fueran para que nos hagan obras acá, como la carretera del Escorial, por ejemplo, o la represa del Cínera. Pero nada.
En semejantes condiciones, que nos vengan ahora proponer la reelección de Uribe y Gallego, es algo tan insultante como que nos vengan a sugerir que reelijamos a la alcaldesa de Cúcuta, de quien lo único que podemos esperar es que termine su mandato o que la procuraduría y la fiscalía nos libren pronto de ella. Pese a que psicológicamente debe torturarle la íntima convicción de que no tiene el menor mérito para ese cargo, no tiene la dignidad necesaria para renunciar, así recojamos doscientas mil firmas para revocarle el mandato. Eso de salir en foticos en la prensa, montar en avión y llegar a buenos hoteles en Bogotá, debe parecerle toda una maravilla.