
Nadie se explica cómo diablos en un país en el que sus habitantes no tienen energía eléctrica, agua ni dinero en los bancos, no se consigue gasolina ni alimentos, y lo que abunda es el hampa, oficial y clandestina, quedan chavistas. En esas condiciones, para serlo, francamente hay que ser muy bruto o muy perverso.
Pero bueno, cada país y cada nación en su soberanía pueden darse el gobierno que se merece, allá ellos con su suerte. Pero que acá haya gente interesada en importar semejante “modelo” económico y semejante paradigma “democrático”, es algo francamente absurdo. A menos, repito, que se trate de gente bruta o perversa. Como no les veo nada de brutos a personajes simpatizantes de Chávez como Piedad y Samper, creo entonces que son perversos; con tal de satisfacer sus odios contra tres o cuatro, o veinte personas o instituciones, les importa un diablo arrastrar a Colombia al mundo miserable del radicalismo de izquierda. Sólo en un escenario de esos podrían volver a ser poderosos.
Ufanándose de tener un “pensamiento audaz” promueven el giro del país hacia la izquierda. Nada más equivocado: las audacias mentales producen ideas de avanzada, no de retroceso, en esta caso hacia un modelo superado como el soviético, o como el cubano, que luego de medio siglo sólo muestra una nación en física ruina económica, social y política. Nada bueno, nada, tiene como activo la famosa revolución, ni en el trillado cuento de la educación y la salud. Basta ver la calidad de los médicos cubanos que hay en Venezuela, ahí se patentiza la mediocridad de lo afirmado respecto de la educación: la pobre formación académica que reciben esos estudiantes produce unos “profesionales” mediocres. Al menos eso es lo que se ve en el vecino país.
Así las cosas debe resultar por lo menos muy incómodo para el liberalismo tener a este par de personajes como sus líderes (Piedad exige ser cabeza de lista al senado). No creo que la idea de ser copartidario de ella le entusiasme a mucha gente, igual que de Samper. Esto es una lástima porque echa al traste la gran labor cumplida por Gaviria y Cristo, primero para sostener al partido cuando nadie daba cinco por él, y luego para presentarlo como una seria y coherente alternativa de poder. La presencia de Córdoba le resta precisamente eso: coherencia, pues no corresponde para nada al sentimiento nacional con respecto a los temidos movimientos bolivarianos, sobre todo cuando estos hacen parte de la entraña fariana.
En esas condiciones los colombianos asociamos la suerte del país, en una presidencia de Rafael Pardo, con la que viene corriendo Venezuela. Y nadie quiere nada de eso por acá. Colombia no puede permitirse el lujo de coquetear siquiera – menos casarse – con una aventura socialista como la de los vecinos. Esa dejó de ser una posición de esnobismo intelectual vanguardista para convertirse en una perversa actitud de resentimiento. Ello fue posible en Venezuela, país de vagos mantenidos a punta de subsidios oficiales, la nuestra, en cambio, es una nación de gente emprendedora, esforzada y creativa.
A no dudarlo, el hombre es Germán Vargas Lleras, es el único que además de tener el carácter necesario para garantizar el mantenimiento de la seguridad democrática, tiene una formidable preparación como estadista (lean sus propuestas programáticas).