
La euforia de los colombianos ya es legendaria, proverbial. No son pocas las veces en que lo hemos visto, por ejemplo, en el fútbol, cuando le ganamos con el 5-0 a Argentina sentimos y gritamos a pleno pulmón que teníamos el mejor equipo del mundo en toda su historia.
La euforia es ese estado de catarsis, de ebullición, de Alka Seltzer, que nos invade cuando se nos exita el amor y el orgullo patrio. Eso no es malo, por el contrario: buenísimo para construir identidad, nacionalismo, para consolidar afectos y emociones alrededor de lo nuestro.
Lo malo es cuando de esos amores de efervescencia - como los noviazgos de adolescentes - surgen decisiones no muy bien pensadas que pueden desgraciarnos la vida después.
Hay varios otros casos, como cuando ante la emoción que a muchos produjo el carcelazo del exalcalde Ramiro Suárez, la mayoría se volcó a votar en favor de la morena que actualmente ocupa - no ejerce - la alcaldía de Cúcuta. Y ahora los colombianos, con el mismo pálpito, estamos pidiendo que Ingrid sea la presidenta del país. Señores, cordura por favor!

3 comentarios:
aunque ante tamaños golpes de opinión pareciera que en Colombia se toman las decisiones muy a prisa para luego arrepentirse de lo que hacen como paso con la alcaldeza!!!!
Eso es tipico de nosotros los colombianos por euforia elguimos cualquier cosa sin pensar en el dañño que hacemos con eso
jajajajajja usted no pierde oportunida para lanzarle sus pullitas a la negrita noooooo???? Sr bloguista
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