Rojos bravos

El anuncio que ha hecho el senador Juan Fernando Cristo de denunciar ante las cortes internacionales a un presidente que como Uribe tiene más del 80% de popularidad entre los colombianos, es, por decir lo menos, un acto de gran temeridad política que puede traerle costosas consecuencias . Se entiende la molestia que pudo haberle causado la referencia que hizo el presidente a su nombre como gestor de dineros non sanctos para financiar campañas (ajenas, no la suya propia), pero igual se entiende que harta paciencia había tenido Uribe para soportar la atacadera irreflexiva de Cristo y sus colegas del partido liberal.
La raíz de todo quizás se encuentre en el profundo malestar que tiene la colectividad roja (roja rojita) por el desdén mostrado por Uribe, quien llegó al poder venciendo al candidato del trapo rojo y con su primera reelección – y ahora con la segunda – se pegoteó la fila india que tenía el liberalismo para ocupar la silla (Serpa, Gómez Méndez, Cecilia López o Piedad Córdoba). El verano burocrático ha sido intenso.
Una denuncia internacional a Uribe es cosa que podría esperarse de una fedayín como Piedad Córdoba, pero no de Cristo, hombre muy inteligente y preparado, considerado como el senador estrella del Norte de Santander. Se expone a ser tildado de traidor a la patria y a que en las próximas elecciones sea castigado y nos quedemos sin senador.